Mucho antes del movimiento #MeToo, una de las supermodelos más populares de los 90, se atrevió a alzar la voz sobre los abusos a los que estaba siendo sometida.
La década de los 90, fue una época dorada para las supermodelos. Naomi Campbell, Linda Evangelista, Kate Moss, Claudia Schiffer, Cindy Crawford... muchas eran las tops que vivieron las mieles del éxito y se convirtieron en las bellezas más conocidas del mundo. Entre ellas, el nombre de Karen Mulder, queda un tanto desdibujado para el público más comercial. Y es que, pese a que estoy seguro de que su rostro 'te suena de algo', su abrupta y polémica salida del mundo de la moda a comienzos de los 2000, ha tenido mucho que ver en que su historia haya quedado en el olvido.
Karen nació el 1 de junio de 1970 en Vlaardingen, una pequeña ciudad situada en los Países Bajos. Criada en una familia de clase media, su impactante belleza ya destacaba desde la infancia. Pese a que en un principio su idea de futuro nada tenía que ver con la moda, al cumplir los 15 años y durante unas vacaciones familiares en el sur de Francia, fue animada por un 'cazatalentos' a presentarse al concurso de modelaje 'Look of the year' organizado por la agencia Elite, en el que consiguió destacar y ocupar el segundo puesto. Después de firmar un contrato con la agencia, se trasladó a París, comenzando una vertiginosa carrera como modelo.
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Karen Mulder, dominaba las pasarelas de los años 90, apareciendo en desfiles de populares marcas como Yves Saint Laurent, Chanel, Christian Dior, Fendi o Thierry Mugler. |
Mulder, entró por la puerta grande y a finales de los 80, muy poco tiempo después de su mudanza a la capital francesa, ya aparecía en desfiles de reconocidas firmas como Yves Saint Laurent, Valentino o Dior. También empezó a trabajar con fotógrafos de renombre como Patrick Demarchelier, Steven Meisel y Peter Lindbergh, lo que ayudó a consolidar su presencia en relevantes revistas como Vogue, Elle y Harper’s Bazaar, entre otras.
'Creo que mis padres nunca entendieron que me dedicase al modelaje. Era algo completamente ajeno a su vida y no llegaban a comprender bien mi trabajo.'
Karen Mulder
'Cuando me subo a una pasarela, creo un pequeño alter ego con una personalidad mucho más sexy de la que tengo realmente. Soy bastante tímida en mi día a día'
Karen Mulder
A comienzos de los 90 y con poco más de veinte años, Karen ya era toda una supermodelo. Ocupaba el 'top 5' de las modelos más solicitadas de la agencia Elite y cualquier firma deseaba tenerla como imagen. Brillaba con luz propia, destacando con una belleza clásica y un caminar elegante y con una sensualidad contenida, que le sirvió para erigirse como una de las grandes musas de Thierry Mugler y firmar contratos millonarios para famosas marcas como Guess.
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La modelo en el desfile de Claude Montana o/i 1992 y posando junto a su muñeca Barbie en 1997. |
Por si su gran participación en la industria de la moda hasta ese momento fuese poco, en 1996 se convirtió en uno de los primeros 'ángeles' en protagonizar el célebre desfile de Victoria's Secret, en el que repetiría cuatro años consecutivos, mostrando su faceta más provocativa y consolidándose como una de las modelos más bellas del momento.
Con poco más de 20 años, Karen ya era toda una supermodelo que desfilaba para las firmas de moda más importantes y aparecía en numerosas revistas y campañas.
Tal era su notoriedad dentro de la industria, que el sello Mattel, decidió incluirla en una colección de edición limitada de Barbies que lanzó a finales de los 90, en el que recrearon a las modelos más famosas del panorama internacional. Su muñeca, que lucía un vestido de noche dorado combinado con una estola de pelo blanca, fue todo un éxito en ventas.
Pero detrás de todos aquellos focos que solo dejaban ver los triunfos que había logrado en su faceta profesional, se escondían unas tediosas sombras que pese a que durante años consiguió evadir, terminaron por alcanzarla. Aquellas oscuras tormentas que la perseguían, llegaron en forma de crisis psicológicas y coqueteos con las drogas, que culminaron en un polémico testimonio que haría saltar por los aires al mundo de la moda.
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Pasarelas, portadas de revista, campañas de moda, anuncios de televisión... El rostro de Karen Mulder era tan popular, que cualquier marca deseaba trabajar con ella. |
Todo ocurrió un 31 de octubre de 2001. Pese a haberse tomado un pequeño descanso en sus apariciones públicas, la modelo se mantenía en la cima de su carrera y era una de las invitadas especiales del programa francés 'Tout le Monde en Parle', un formato presentado por Thierry Ardisson, en el que se entrevistaba a conocidas figuras del star system. Nadie podía imaginar las impactantes declaraciones que Karen confesaría esa noche.
Entre muchas de sus denuncias, se lamentaba de haber sido explotada laboralmente, agredida sexualmente por un familiar muy cercano desde su infancia y acusaba a los principales miembros de la agencia Elite, para la que trabajó desde sus inicios como modelo, de drogarla e hipnotizarla con fines sexuales. Inculpó también a altos cargos de la policía y políticos franceses de ''utilizar a las chicas de Elite'' mediante secuestros, que terminaban en violaciones grupales. Además, se atrevió a dar nombres y señalar a importantes personalidades como Gérald Marie, presidente de Elite Model Management o el príncipe Alberto de Mónaco, a quienes señaló de haberla agredido sexualmente.
Karen Mulder, acusó de agresiones sexuales a familiares cercanos y a figuras relevantes del modelaje, la política y la realeza.
Según expresó, la agencia de modelos para la que trabajó, era una gran mafia de 'trata de personas' encubierta. Mientras estaba en el programa, sufrió un fuerte ataque de ansiedad que obligó a interrumpir la entrevista, posteriormente nunca emitida y borrada por el canal France 2. Incluso se llegaron a confiscar grabaciones particulares de los espectadores que estaban presentes en el plató. Aún así, todos los intentos por evitar que sus escandalosas afirmaciones llegasen al gran público fueron en vano. Sus graves acusaciones acabaron filtrándose a la prensa y días después, Karen se reiteró en una revista de tirada nacional.
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Karen Mulder en el desfile de Victoria's Secret de 1999 y de Christian Dior Alta Costura p/v 1997. |
Poco después, la modelo fue hospitalizada en el centro psiquiátrico Villa Montsouris (París), donde permaneció cinco meses por depresión, ansiedad y presunto delirio. Una vez dada de alta, Mulder se vio obligada a suavizar sus acusaciones, atribuyéndolas en parte a los traumas que arrastraba desde su infancia, mientras su padre sugería que el uso de cocaína y la decadencia de su carrera, habían desestabilizado su salud mental hasta tal punto, que imaginaba situaciones que jamás ocurrieron. En diciembre de 2002, fue hospitalizada de nuevo, tras sufrir una sobredosis de barbitúricos, permaneciendo en coma durante dos días.
Tras varios ingresos en centros psiquiátricos, se alejó del ojo público y nunca volvió a referirse a sus escandalosas denuncias.
Karen decidió retirarse completamente del ojo público y rompió cualquier tipo de vínculo con Elite Model Management. No hizo apariciones durante años y se mantuvo alejada de entrevistas, desfiles o cualquier evento relacionado con la moda. Pese a que intentó regresar como cantante con un álbum de música pop que lanzó en 2004, el poco impacto comercial que obtuvo, acabó con su sueño de reinventarse y forzó su retiro del primer plano.
Durante mucho tiempo, el testimonio de Mulder fue desacreditado y tachado de surrealista, debido a su inestabilidad emocional. Unos desequilibrios, que muchos achacan al sufrimiento que le causaron las traumáticas experiencias que relató en su momento. Y es que, pese a que nunca se pudo demostrar la veracidad de sus acusaciones, hoy en día, a la luz del movimiento #MeToo y casos como los de Harvey Weinstein, Jeffrey Epstein o Sean ''Diddy'' Combs, demuestran que las redes de abuso de poder existen y que muchas veces operan con total impunidad. Su testimonio merece, al menos, una reflexión sobre lo difícil que era expresarse en una época en la que a las mujeres que alzaban la voz, se las silenciaba de una manera rotunda y sin ningún tipo de consideración. Una época en la que lo más difícil no era hablar, era ser escuchada.