El pasado 4 de septiembre, despedíamos a una de las grandes leyendas de la moda. Un diseñador que tras más de 50 años de carrera, nos decía adiós, dejando un legado de elegancia y distinción.
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El diseñador Giorgio Armani, posando junto a sus modelos en el backstage del desfile primavera-verano 2019. |
Cuando se piensa en elegancia, es inevitable que surja el nombre de Giorgio Armani. El que fuera uno de los diseñadores con una de las carreras más longevas de la industria, se mantuvo en la dirección creativa de sus casas de moda hasta su fallecimiento el pasado 4 de septiembre, a los 91 años de edad. Con su pérdida, se desvanece una de las visiones más influyentes del siglo XX y XXI . Y es que, Armani supo cómo redefinir una elegancia única que ha perdurado con el paso del tiempo y aportar guiños de comodidad a sus prendas, sin perder ni un ápice de sofisticación y lujo.
Giorgio Armani nació el 11 de julio de 1934 en Piacenza, una pequeña ciudad al norte de Italia, en una familia de clase trabajadora. En plena infancia, tuvo que afrontar las grandes problemáticas que surgieron tras el inicio de la Segunda Guerra Mundial, forjando en él una personalidad resiliente y disciplinada que, según confesó en varias entrevistas, le ayudaría en el futuro para trabajar duro por sus sueños. Unas metas, entre las que en un inicio, no se encontraba ser modisto. Su interés por la medicina, le llevó a iniciar la carrera en la Universidad de Milán pero después de un tiempo, entendió que no era la profesión a la que verdaderamente quería dedicarse.
Después de verse obligado a cumplir con el servicio militar, Armani fue consciente de que quería cambiar de rumbo. Necesitaba revisar sus aspiraciones y enfocarse en los nuevos objetivos que se había propuesto, más enfocados en la moda. De esa manera, encontró su primer contacto con el sector textil, formando parte del personal de los emblemáticos grandes almacenes italianos La Rinascente. Allí, pudo desarrollar su faceta más creativa, diseñando y organizando los escaparates de la tienda, para posteriormente ascender a un cargo relacionado con las compras, donde viajaba a otras ciudades europeas, como Londres y París, seleccionando telas, prendas y tendencias, que acabarían en las estanterías del establecimiento.
En 1961, se incorporó al equipo de la firma italiana Nino Cerruti, conocido en aquel momento por su innovador concepto dentro de la moda masculina. Gracias a ello, Armani perfeccionó sus conocimientos sobre confección, corte y patronaje, desarrollándolos de una manera más técnica dentro de la sastrería, en la que experimentaría con la desestructuración de las chaquetas y la suavización de las formas, introduciendo comodidad sin sacrificar elegancia y comenzando así sin él saberlo, en lo que se convertiría en una de las claves del éxito de su marca personal.
''La moda es una profesión hecha de imaginación, intuición y rigor. No tiene nada de divino ni sensacional, pero tiene un gran impacto en la vida cotidiana''
Giorgio Armani
A principios de 1970 y siendo ya una de las piezas más relevantes dentro de la casa Cerruti, el diseñador conoció a Sergio Galeotti, un arquitecto que como Armani, tenía una visión muy clara de la estética y el estilo. La conexión que sintieron entre los dos fue tan grande, que lo que en un principio era tan solo una estrecha amistad, acabó por convertirse en un bonito romance. Debido a la gran experiencia que Giorgio ya había adquirido dentro del mundo del diseño, Galeotti le propuso dar el paso hacia la independencia y fundar su propia firma. Y así fue como la enamorada pareja, decidió vincularse también a nivel profesional, fundando en 1975 la empresa Giorgio Armani S.p.A. en la que mientras Armani se encargaría del desarrollo de las colecciones e identidad de la marca, Galeotti se ocuparía de la parte administrativa, las finanzas y la expansión del sello.
Debido al gran bagaje que tenía con respecto a la sastrería, las propuestas iniciales de Armani, se centraron en los trajes masculinos pero pronto optaría por lanzar también colecciones femeninas, en las que alejándose de la grande ostentación que predominaba durante la década de los 70, se decantaría por una estética minimalista, sofisticada y funcional. Introdujo hombros suaves y cortes relajados, que permitían atenuar las rígidas estructuras de los trajes y las camisas, otorgándoles más comodidad y movimiento. Algunos de sus materiales favoritos eran la lana, el lino y la seda. Tejidos de calidad, que eran los grandes protagonistas de unas prendas que evitaban los adornos excesivos. La idea era que la ropa pareciera natural, fluida y duradera, un enfoque que diferenció a Armani de otros diseñadores de la época.
''Pretendo hacer diseños atemporales que superen el paso de las tendencias. Ni anticuado, ni moderno, simplemente eternamente elegante''
Giorgio Armani
Las primeras colecciones fueron tan bien recibidas, que entre 1975 y 1980, Armani comenzó a abrir su red de boutiques en Italia y en el extranjero. Y fue precisamente en 1980, cuando llegaría el boom de su marca, gracias a la participación que tuvo en el vestuario de Richard Gere para la película 'American Gigolo'. El director del largometraje, Paul Schrader, buscaba un estilo moderno pero sofisticado para el protagonista del film y lejos de encargarle el trabajo a diseñadores locales o vestuaristas de cine como era habitual en Hollywood, decidió arriesgar y apostar por la casa Armani. Una colaboración, que catapultó a la marca a la fama internacional, asociando todos aquellos trajes a una imagen de éxito, sensualidad y estilo.
En 1981 , Armani decidió utilizar el rotundo éxito que había logrado con su participación en 'American Gigolo', expandiendo su firma y creando una segunda línea llamada Emporio Armani. Una submarca más orientada a un cliente joven que buscaba la característica elegancia de la casa pero reinventada con un acabado más fresco, moderno y de precios más competitivos, con los que poder conquistar a un nuevo público.
Cuatro años después, la casa Armani vería cómo temblaban sus cimientos. Sergio Galeotti, el hombre que había acompañado durante diez largos años a Giorgio tanto a nivel sentimental como en forma de cofundador de la empresa, perdía la vida a los 46 años, debido a complicaciones relacionadas con el VIH/SIDA, dejando al diseñador completamente devastado y solo frente al gran buque en el que se había convertido la firma.
''La moda nos ayuda a soñar, proyectando nuestro deseo, personalidad e imaginación y transformando la rutina en algo más creativo y placentero''
Giorgio Armani
Él mismo reconoció años posteriores que el gran dolor que sintió por la pérdida de Galeotti, le hizo creer que el proyecto no sería lo mismo. Pese al sufrimiento y la tristeza contenida, lejos de tirar la toalla, Armani continuó su carrera en forma de homenaje al que había sido el gran amor de su vida. Y lo hizo por todo lo alto, ampliando aún más la empresa, creando la segunda submarca de la casa en 1991, con el nombre de A|X Armani Exchange. En este caso, la línea se alejaba de la sobriedad habitual, dejando paso a una interpretación más desenfadada, muy inspirada en la cultura urbana de los Estados Unidos, la música callejera y el estilo metropolitano, en forma de prendas muy casuales y muchos jeans y camisetas gráficas, con las que adaptarse a las necesidades de un consumidor más moderno.
Pero si hay una línea que ha conseguido cautivar a la crítica y a las artistas más populares del panorama, esa es sin duda Armani Privé. El gran lanzamiento que tuvo lugar en 2005, se adentraba en el mundo de la Alta Costura, consolidando su legado en el ámbito de la artesanía del lujo y la exclusividad personalizada, con unas espectaculares creaciones que nos han acompañado desde entonces hasta la actualidad en centenares de alfombras rojas. Ya sean trajes estructurados en satén, vestidos fluidos con pedrería y enormes colas o piezas de inspiración oriental e ilustraciones hechas a mano, los diseños de Armani Privé, se mantienen como unos de los más frecuentes en las red carpets más importantes, situándose en los primeros puestos de los favoritos del evento en el que aparezcan.
Giorgio Armani, nos deja con un camino repleto de estilo y distinción, de creaciones inolvidables y de una visión que trasciende al tiempo y se niega a ser olvidada. El diseñador que ha encarnado durante años lo que representa la verdadera elegancia, nos dice adiós, con una trayectoria inmortal, que más allá de tendencias, se convierte en un puente entre el arte y la emoción, entre la visión personal y la inspiración universal. Su legado nos recuerda que el estilo verdadero no se impone, se construye con paciencia, corazón y respeto por lo que realmente importa.